Autoexigencia, ¿subiste a este tren?

Es un viaje poco placentero, un poco tortuoso. De estación a estación buscamos la perfección, el control y el orden del recorrido. Y el paisaje en las ventanas nos es indiferente. No disfrutamos del viaje, solo nos enfocamos en llegar a la meta.

La Autoexigencia puede ser positiva o negativa. Cuando la Autoexigencia es constructiva buscamos la mejora continua en cada una de nuestras áreas de vida. Pero, si ella controla nuestros pensamientos y emociones, esta Autoexigencia excesiva tendrá efectos negativos en nuestro entorno y en lo personal.

Red Flag: Cuando pierdes la capacidad de disfrutar lo que haces, tus relaciones y tu tiempo libre.

Síntomas

La Autoexigencia excesiva es cumplir unos estándares u objetivos demasiado exigentes (pocos realistas), los cuales son autoimpuestos y perseguidos a pesar del malestar que genera.

Cuando nos centramos en los errores o fracasos, más que en el proceso, nuestra autoestima se lesiona y surgen miedos como no cumplir las expectativas, no tener el control o ser juzgados.

Algunos síntomas, son:

  • Ser perfeccionistas.
  • Inflexibilidad en el pensamiento.
  • No permitirse cometer errores.
  • Autocriticarse desmedidamente.
  • Vivir bajo las expectativas de los demás.
  • Compararse (ideales ajenos).
  • Dedicación excesiva de tiempo a una tarea.
  • Procrastinar para terminar una tarea por miedo a cometer errores.
  • Asumir demasiadas responsabilidades.

Ser Autoexigente

La búsqueda de la excelencia en todo lo que hacemos se traduce, muchas veces, en tareas inacabadas o que se complican inútilmente. Esa necesidad de que siempre las cosas deben ser lo mejor, a costa, del sacrificio del tiempo en otras áreas, trae consigo unas consecuencias.

  • Tristeza, ansiedad, insomnio o depresión.
  • Aislamiento social.
  • Abandono, ira o frustración.
  • Exceso de estrés.
  • Alteración en la alimentación.
  • Tensión muscular u otros problemas físicos.
  • Limitar las actividades de ocio y descanso.
  • Insatisfacción con cualquier cosa que se consiga.
  • Baja tolerancia a los errores.
  • Desmotivación cuando los resultados no son los esperados.
  • Exceso de competitividad.

 ¿Qué podemos hacer para recobrar el equilibrio?

Con respecto a las exigencias de los demás, aprendamos a establecer límites, poner barreras, respetar nuestros tiempos, prioridades y objetivos personales.

Con respecto a lo personal debemos cambiar nuestro dialogo interno. Aprender a identificar esos pensamientos negativos que detonan la Autoexigencia, calmarlos, escucharlos y negociar con ellos; por nuestro bienestar físico, mental y emocional.

Reflexión: www.youtube.com/watch?v=wfR7X8IWNFU

Mantra: “Nada es perfecto, se me permite fallar, aprender y recomenzar”

Amarse con más compasión

¿Sabes quién es tu peor enemigx? Si, eres tú. Somos jueces implacables en ese dialogo interno machacante, cruel y desmotivador.

Imaginemos cómo sería el desarrollo de un bebé, que está aprendiendo a caminar y se cae, si lo insultáramos. Ahora, cómo sería si lo alentamos a que continue intentándolo.

La compasión no es solo para los demás, es también para nosotrxs.

Amarse va más allá del reconocimiento de nuestras cualidades y habilidades. También, es abrazar nuestros defectos y limitaciones. Es escucharnos, atender nuestras necesidades y nuestro bienestar, para que este viaje en el tren sea pleno, con sentido y alegría (nuestra vida).

 ¿Cómo transformarías a la Autoexigencia en una compañera agradable de viaje?